Para ser una persona fuerte a nivel emocional hay que tener algo
muy claro e interiorizado y es que las cosas nos van a afectar en la medida en
la que nosotros les otorguemos ese poder.
Es decir, ni las personas, ni los hechos tienen capacidad
para dañarnos pues no existe una relación directa entre acontecimientos
externos y mis emociones. Si yo estoy bien o estoy mal anímicamente, siempre es
por lo que me estoy diciendo en ese momento.
En el mismo sentido, cuando alguien me critica, me juzga o
piensa algo negativo sobre mí, simplemente está ejerciendo su derecho a pensar,
evaluar o valorar, pero eso no quiere decir que me defina.
“Quien se enfada por las críticas reconoce que las tenía
merecidas”
-Tácito-
Los demás no te
ofenden, te ofendes tú
Los pensamientos de los demás son de los demás y solo si yo
me los creo, los compro y los hago míos, permitiré que me afecten o que me
ofendan.
Por lo tanto, soy yo, mediante mi autodiálogo sobre la
realidad, el que se provoca sufrimiento, no son los demás los que me ofenden,
me ofendo yo y escojo como ocasión para ello lo que los demás piensan sobre mí.
Este principio es importantísimo para saber encajar las
críticas sosegadamente, pues nos da llave para salir de la cárcel del
sufrimiento o el malestar.
No podemos controlar ni cambiar lo que ocurre fuera, pero
siempre podemos modificar la manera de interpretar las cosas, ahí si tengo el
poder y por lo tanto, puedo decir que soy dueño de mis emociones. Yo las
controlo a ellas y no son ellas las que me controlan a mí.
Y muchos pensaréis: ¡pero es que eso es conformarse!, ¡es
injusto que te critiquen sobre algo que no eres o no has hecho! Y yo te doy la
bienvenida al mundo y a la vida, ambos injustos por definición, pero con otras
muchas cosas hermosas que aportar.
¿Qué claves puedo
seguir para encajar bien una crítica?
Lo primero y más
importante es conocerte, quererte y aceptarte incondicionalmente. Si tú sabes
quien eres, por mucho que los demás opinen, es imposible que te importe lo más
mínimo, pues no te va a hacer dudar sobre tu persona: tú ya estás seguro sobre
ti, te aceptas tal como eres.
- Comprender que el otro tiene derecho a opinar, pensar, criticar, juzgar y evaluar lo que se le de en gana y por mucho que te enfades o molestes, no lo lograrás cambiar. Lo que los otros piensen de ti, no es asunto tuyo.
Además, no tienes
control para influir en el otro o hacer que cambie su forma de pensar, por lo
tanto, es inútil tener una reacción negativa y desproporcionada que a lo único
que te puede conducir es a que el otro te critique más aún.
- Hay que estar abierto a escuchar a todo el mundo. Las críticas a veces me pueden aportar enseñanzas y ayudarme a crecer.
- Al responder a la crítica, sé sereno, tanto a nivel verbal como no verbal. No vale responder con sarcasmo, con aires de superioridad o con caras raras. Eso solo demuestra que la crítica te ha importado y afectado y mandas al otro el mensaje de: lo que tú piensas sobre mí me importa más que lo que yo pienso sobre mí mismo.
Mira al otro a los
ojos tranquilamente, pero sin desafiarlo, mantén una postura relajada y segura
y exprésale que tiene derecho a pensar sobre ti de la manera en que lo hace,
aunque no estéis de acuerdo y tú opines diferente.
¿Fácil? Para nada. No
se nos ha enseñado a ser racionales, ni a aceptarnos incondicionalmente al margen
de lo que otros piensen.
Estamos influenciados
para que nos afecte “el qué dirán” y para actuar contrariamente a lo que deseamos
para que no se nos juzgue.
Pero de todas formas,
podemos conseguir encajar las críticas de una manera más sosegada si
practicamos con ahínco lo que aquí se expone, hasta que llegue el día en que
seas capaz de decirte a ti mismo la realidad: lo que otros piensen de mi son
solo eso, pensamientos.
POR: ALICIA ESCAÑO
HIDALGO
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