Por la Psic. Gabriela Díaz Urbina:
Qué edad la nuestra. Los que estamos cerca o los que ya los
pasamos los treinta años y que estamos solteros.
No entendemos qué pasa. Resulta que somos profesionistas, no
feos, nos cuidamos bastante (gracias a los adelantos de la cosmética), estamos
en la Nueva Era, creemos firmemente en el misticismo y hasta meditamos, somos
buenos hijos, excelentes amigos, seguimos preparándonos, damos buenos
resultados en nuestro trabajo y, aunque no siempre somos millonarios, no nos va
mal económicamente.
Entonces nos preguntamos ¿qué sucede si somos buenos
"prospectos"? ¿Por qué seguimos solteros? ¿Por qué nadie llega y
valora este ser tan divino que está dentro de nosotros? ¿Por qué llevamos una
vida de fracasos amorosos? Y eso que nos relacionamos con personas de nuestra
misma generación, imagínate si no fuera así… Bueno de hecho a veces sucede que
nos relacionamos con personas mayores o de plano mucho menores y la lastimada
es aún mayor.
Será que pertenecemos a esa tan sonada generación de padres
divorciados, donde crecimos en una familia disfuncional, donde una mala
relación de pareja era nuestro diario aprender. Nos relacionamos con parejas
repitiendo el patrón aprendido en la infancia con nuestros padres, y es
sorprendente como "caemos" con alguien exactamente igual a nuestro
progenitor. Entonces como magia, la relación fracasa, por repetirla tan
perfectamente bien, que en la mayoría de los casos no fue precisamente la
ideal.
Es muy difícil cortar círculos viciosos dentro de las
relaciones amorosas entre seres humanos. Llega un momento donde no sabemos si
lo que sentimos se llama amor, o aferramiento, o costumbre a estar con alguien,
o el terrible miedo a estar solos; porque nuestro corazón dice que ya nadie más
va a llegar para hacernos felices; que aunque mal, mejor nos quedamos donde
estamos; el futuro apremia y la sociedad también.
Realmente ¿A qué le tenemos miedo cuando estamos solos?
Alguna vez te has preguntado ¿Por qué esa necesidad de cubrir nuestras
carencias a costa de lo que sea?, incluso de nuestra dignidad y orgullo, porque
aunque sabemos que estamos en una relación dañina no salimos de ella y
preferimos seguir flagelándonos, creyendo que la vida no nos presentará más
opciones de amor.
Te invito hoy a reflexionar la manera en la que te
relacionas, haz una lista de las parejas que has tenido y como diversión
elabora una lista de similitudes entre ellos o ellas, si te es difícil, saca
sus características principales: ocupación, familia, forma de vestirse,
peinarse, trabajar, hobbies, momento de tu vida en que los conociste, todo lo
que se te ocurra, al finalizar realiza una tabla de comparaciones y te
sorprenderás de los resultados.
Siempre acabamos relacionándonos con personas muy parecidas
y es muy difícil salir de esos círculos de personas, que si nos hicieran bien
no sufriríamos.
Estamos en una edad en la que lo más importante es estar
bien, fuertes emocionalmente y que en ocasiones, aunque nuestro ego nos lo
impida, necesitamos ayuda profesional para darnos cuenta de los errores que
hemos cometido y que por estar absortos en la vida misma, no los vemos.
Darnos cuenta de que repetimos patrones de nuestros padres,
de la relación que ellos nos transmitieron a través de la convivencia diaria,
es algo complicado. Por medio de la tabla de comparaciones de tus parejas,
analiza en qué se relaciona con tus padres; checa qué fue lo que aprendiste en
la infancia y qué repites cada vez que te relacionas con alguien.
Realizar esta tarea no es nada fácil y autoentenderlo,
menos. Es por eso que puede ser conveniente acudir con un profesional, que si
bien no es su deber solucionarnos la vida, si nos ayudará a tener más
perspectivas acerca de nosotros, de la vida y la manera de relacionarnos; y
entonces así entendamos porqué tengo 30 AÑOS Y SIN PAREJA.
Por: Psic. Gabriela Díaz Urbina
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