Un rubor que invade las mejillas, el sudor frío en las manos y la frente,
los latidos que se aceleran, un nudo en la garganta, las mandíbulas apretadas,
los molestos gases en el aparato digestivo, temblores, algunos tics y un sin
número de síntomas difícilmente controlables, invaden con frecuencia a los
tímidos más problemáticos cuando se encuentran ante otras personas.
El tímido es, normalmente, una persona muy emotiva que tiene miedo de
actuar mal y por eso evita el contacto con los demás. No se fía mucho de sí
mismo ni de los demás.
Lo que hacen algunos tímidos
Negación de la realidad: se protegen a sí mismos de la realidad
desagradable y adoptan actitudes escapistas como enfermar.
Proyección:culpan de sus dificultades a otras personas.
Represión: evitan que los pensamientos peligrosos o dolorosos
entren en la conciencia.
Desplazamiento: descargan los sentimientos acumulados sobre personas
que perciben como más débiles que ellos.
Aislamiento emocional: retirada hacia la pasividad, para
protegerse del daño.
Regresión: se posicionan en un grado de desarrollo personal más
elemental, que comprende respuestas menos maduras.
Simpatía: tratan de ganarse el afecto de los demás para fortificar los sentimientos
de la propia valía, a pesar de los fracasos.
¿Tímidos con éxito?
Cuando la timidez no es grave puede convertirse incluso en un elemento al
que sacar rendimiento. La prudencia característica de los tímidos les ayuda a
controlar mejor los impulsos indeseables y les facilita una mejor aceptación
social que las personas que no actúan con tanto cálculo.
Por otra parte, los
tímidos son, con frecuencia, introvertidos y aprovechan esa facilidad para
profundizar en la creatividad interior, estimulando la imaginación y la
fantasía.
Por esa razón, entre los tímidos se encuentran grandes artistas,
pensadores y escritores. Fueron y son conocidos por su gran timidez James Dean,
Woody Allen, Montesquieu, Rousseau, Stendhal y Proust. Por otro lado, aunque en
el ámbito laboral se valora mucho la capacidad de comunicación, también en ese
terreno pueden aprovecharse las ventajas de la timidez.
Algunos tímidos han
encontrado en el trabajo su refugio y muestran tendencia a ser perfeccionistas
y abordar con eficacia las tareas que requieren mayor concentración y esmero.
¿El tímido nace o se hace?
Por su parte, los psicoanalistas afirman que la timidez no es más
que la punta del iceberg de un problema oculto, y mucho más profundo. Debido a
la represión de los instintos -principalmente, los sexuales-, a la
imposibilidad de ponerlos en práctica, surgirían, según esta tesis, una serie
de fantasías en las que el tímido se percibe interiormente deseando realizar
ambiciones y deseos que al final no ejecuta.
Esta represión se terminaría
corporalizando y se convierte en la rica sintomatología psicosomática del
tímido (rubor, sudor, temblores, ...) que se ha descrito al comienzo de este
artículo.
Para los psicólogos conductistas (otra corriente, además de las dos
descritas), la timidez no se hereda, se aprende desde niño por la influencia de
modelos parentales o por determinadas actitudes de quienes intervienen en el
proceso educativo.
Las experiencias infantiles, según estas teorías, devendrían
decisivas en la aparición de la timidez: niños que no han sido suficientemente
valorados o se han visto ignorados, o se han sentido menos apreciados por sus
educadores cuando han conseguido logros, o que han sufrido experiencias de
malos tratos o han padecido alguna experiencia de abusos sexuales.
Una etapa
importante para la aparición de la timidez es la adolescencia, esa época en que
el niño-hombre o la niña-mujer experimentan sensaciones desconocidas y no saben
manejarlas en sociedad o ante el otro sexo, lo que produce ese bloqueo de
inhibición o timidez. Y, como se ha dicho, la comprobación del propio bloqueo
desencadena aún más temor al contacto social.
En cualquier caso, parece que en
la aparición de la timidez influye mucho la historia personal; es más aprendida
que congénita.
¿Cómo superar la timidez?
Martha Davis y otros autores en su libro "Técnicas de autocontrol
emocional", apuntan algunos pasos para reforzar la
personalidad de las personas tímidas:
Detención del pensamiento. Concentrarse en los pensamientos no
deseados que nos asaltan y, después de un corto período de tiempo, detener y
vaciar la mente. Se debe estar atento a la aparición de estos pensamientos,
identificarlos y pararlos enérgicamente.
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Rechazo de las ideas irracionales. Suscitando
pensamientos racionales como "no me afecta", "todo ser humano
se equivoca", "una discusión es cosa de dos", "nos
sentimos en función de cómo pensamos", o "qué es lo peor que me
puede ocurrir".
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Desarrollo de técnicas de afrontamiento del miedo. Utilizando técnicas
de relajación que apoyen las decisiones que nos conducen a soportar
situaciones difíciles.
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Entrenamiento asertivo. Mostramos una conducta asertiva cuando
defendemos nuestros propios intereses, y expresamos nuestras opiniones
libremente pero sin herir la susceptibilidad de los demás.
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Otro autor, Weimberg, afirma que la timidez es un hábito que se fortalece
si no se actúa contra él.
Lo mejor es afrontarla de frente, no huir. Aguantar la presión de las miradas, quedarse en el grupo. Mirar a los ojos del interlocutor, cada vez un poco más fijamente. "No se trata de hallar valor para hablar, sino de hablar para hallar valor". Hemos de hacer inventario de nuestros propios valores para ir tomando conciencia íntima de nuestras cualidades. Y para valorarlas en su justa medida.
"Todos los hombres son tímidos al entrar en cualquier lucha. Sea la primera o la última lucha, todos somos tímidos. Cobardes son aquellos que permiten su timidez anule lo mejor de su persona" George Patton
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